jueves, 8 de julio de 2010

3. SÓLO UN SUSTO

Es Jueves. Hoy no puede venir Pablo a buscarme al colegio, así que, quiero que la jornada termine rápido, así puedo ir a mi casa y dormir, ya que no tengo absolutamente nada que hacer para mañana.

Pasó Lengua, dos horas; Matemática, dos horas; Catequesis, dos horas; Informática, dos horas y así se pasó la mañana.

Una y cuarto, toca el tiembre. Guardo los libros y carpeta en la mochila, me pongo la campera y bajo las escaleras lentamente, totalmente desganada.

El camino a casa se hizo largo, y eso que son sólo seis cuadras. Siempre pasa esto cuando Pablo no viene.

No hay nadie en casa, estoy sóla, como es de costumbre.

Si hay algo que odio más que matemática es cocinar. No tengo paciencia. No sé cocinar y como no hay nadie, tengo que cocinar. Como no tengo ganas, me voy a preparar un sándwich y ya está.

Creo que no lo mencioné antes: toco el piano, hace cinco años. A mi papá y a mi nos encanta, en especial Claro de Luna pero la de Debussy. Cuando la escuché, nosé, me enamoré. Es raro, a mi papá le pasó lo mismo. Es que, es tan especial, pero no le encuentro el motivo.

Bueno, ya que estoy tan sóla, le voy a poner vida a esta casa. Voy a tocar.

Empiezo por las escalas con sus respectivos arpegios. Me aburre eso, pero papá dice que lo tengo que hacer antes de tocar, es como un calentamiento, una entrada en calor. Justo cuando empiezo con el Claro de luna entra papá.

Se sienta en el sillón al lado del piano, cierra los ojos y me escucha.

Me encanta cuando hace eso. Me encanta expresar lo que siento en el piano, justamente, Claro de Luna nos gusta por eso: Su expresividad, aparte de su hermosa combinación de notas.

Termina la canción, dirijo mi mirada a papá, que se sujeta el pecho con un gesto en su cara de dolor. Reacciono rápidamente, me acerco, temblando. Me siento mal, temo que algo malo pueda sucederle. Tomo el teléfono, marco el número de emergencias. En menos de diez minutos mamá llegó a casa, junto con la ambulancia. Ella se vá con papá en la ambulancia y se lleva mi celular para avisarme cuando los médicos le diagnostiquen algo.

Mamá me llama a la media hora. Yo estaba sola en casa, asustada, con miedo y incertidumbre. ¿Qué tiene papá?. Nunca creí en ninguna religión (aunque vaya a un colegio católico), pero, en un momento como este, llena de tanto miedo y sintiéndome tan débil, invoco a Jesús, pidiéndole por favor, que haga algo por mi padre. En ese momento, suena el teléfono, es mamá.

- Hija, mi amor, no te preocupes. Me dijeron que le van a hacer unos estudios, pero que no es nada grave. Quedate tranquila. Ya le avisé a Orne, está llendo para casa. Calculo que para mañana a la mañana vamos a estar ahí. Igual, andá al cole, sabés?. Me tengo que ir hija, te amo. Quedate tranquila, sí?

- Si si, está bien. Yo también má. Nos vemos.

Me siento confundida, yo ví hace poco más de una hora como papá reproducía esa cara de dolor, presionando sus manos fuertemente contra su pecho. Y ahora? Ahora está todo bien? Me siento una tarada. Quizás mamá me lo dijo para que me tranquilizara. Pero no soy fácil de convencer…

Después de una semana papá vuelve a casa. Todo está como antes, no se comenta nada de lo sucedido.

Si hay algo que me molesta de papá y mamá es que cada vez que pasa algo, intentan olvidarlo, por mas estúpido que sea. Tratan de seguir sus vidas normalmente. Continuamente las cosas cambian y no nos podemos hacer como si no pasó nada. Justamente eso hace mal, querer que sea todo como antes.

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